Cuando se trata de ahorrar energía hay opiniones para todos los gustos y no todas son tan falsas o tan ciertas como muchas personas piensan. Por eso queremos aclararte cuales de esos falsos mitos sobre eficiencia energética en viviendas son erróneos. Por ejemplo, es falso que actuaciones puntuales sean suficientes para mejorar en eficiencia energética, pero habitualmente, para mejorar la eficiencia energética de un inmueble es necesario poner en marcha un conjunto de acciones que ofrecen los niveles de ahorro energético y confort que se desean alcanzar. Un buen ejemplo es el de las comunidades de vecinos con calefacción central, que deciden cambiar una caldera comunitaria por otra más eficiente.
Está claro que una caldera con una mayor eficiencia consumirá menos energía, pero esta solución estará incompleta si los radiadores de cada vivienda no cuentan con válvulas termostáticas que permitan a los vecinos regular la temperatura. De modo que se pueden producir situaciones paradójicas, como que en el invierno, cuando la calefacción central se encuentra funcionando a pleno rendimiento, haya viviendas cercanas a la sala de calderas que tienen un exceso de calor sin que los vecinos puedan hacer nada para bajar la temperatura. Es decir, que se consume más energía de la que se necesita y no se consigue el confort deseado.
Y si el edificio no cuenta con un aislamiento térmico adecuado, cosa que sucede en la gran mayoría de edificios construidos en las décadas de los 60 y 70, cuando la normativa en esta materia era prácticamente inexistente, se seguirá derrochando energía. En paralelo, la ventaja de implantar medidas que reducen el consumo o la demanda energética es que nos permitirá reducir la potencia a instalar en la nueva instalación y, en consecuencia, minimizar la inversión. Para atajar este tipo de situaciones, antes de cambiar la caldera es necesario hacer un diagnóstico o auditoría energética. Solo después de un diagnóstico adecuado se podrán sugerir las acciones más adecuadas para ahorrar energía.
Tampoco es cierto creer que cualquier reforma energética es un gasto más, ya que adoptar medidas de ahorro y eficiencia energética siempre compensa con los ahorros que se consiguen. También es más ecológico y combate el derroche energético. Por eso, medidas como rehabilitar la sala de calderas, optar por una iluminación eficiente o mejorar el aislamiento térmico del edificio deben considerarse una inversión y no un gasto a fondo perdido. De hecho, los proyectos que proponen mejoras de ahorro y eficiencia energética también tienen en cuenta el retorno de la inversión, es decir, cuánto tiempo tardará en amortizarse la inversión realizada gracias a los ahorros energéticos obtenidos.